jueves, 20 de septiembre de 2007

Congresos estatales salen del letargo

La reforma electoral aprobada en el Congreso de la Unión tiene varios aciertos:
-Prohíbe a los partidos políticos contratar propaganda electoral en radio y televisión.
-Prohíbe el uso de símbolos partidistas, imágenes de gobernantes, nombres de funcionarios en la propaganda gubernamental permanente.
-Cambia el esquema exponencial de financiamiento a los partidos, y aunque no reduce montos, detiene la espiral.

Estas modificaciones, por sí solas, justifican el apoyo que se ha expresado desde distintos sectores de la sociedad civil, pero hay un detalle más que anima el optimismo: la activación del papel de los congresos estatales en las reformas constitucionales. Desde 1917 se estableció este requisito: cada vez que se reforma la Carta Magna, la mitad más uno de los estados deben dar su aprobación. Sin embargo, este espíritu federalistas había sido siempre un requisito formal, nunca un ejercicio de autonomía y participación regional en los destinos del país. Los Congresos estatales, subordinados a la lógica piramidal priista, respondían siempre a los dictados del cacique en turno, que a su vez respondía siempre como lacayo del jefe máximo. ESta vez, los diputados locales, casi a su pesar, han adquirido una relevancia que sienta las bases para una nueva relación con el centro de aquí en adelante, sin importar si aprueban o no las reformas.

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