
No, en el caso del PAN no pasa eso. Emilio González o Eduardo Rosales o Francisco Ramírez Acuña presentan la misma opción (es decir, nada) así que a quien no sea panista le vale madres lo que suceda adentro de ese partido. Otro gallo cantaría si una de las corrientes se agrupara en torno a Macedonio Tamez, por ejemplo, pero ese gallo no canta ahora ni cantará después.
Lo que en cambio me llama mucho la atención es este asunto de los emos. Ya había oído hablar de ellos y había leído algún textito al respecto, pero no tenía claridad sobre su origen. Creí que era una etiqueta para una forma de vestir entre los adolescentes. Resulta que no, que son una tribu urbana que se definen a sí mismos en función de las emociones. No abanderan una ideología, no protestan por el statu quo, no proponen algún cambio… sólo están deprimidos y se visten uniformemente para identificarse entre sí.
Qué interesante planteamiento: son una expresión de nuestra época. Una época marcada por las emociones a las que apelan los medios de comunicación, los políticos, las marcas, el aprendizaje. No importan las ideas, importa el encabronamiento, el miedo, el asombro, la felicidad que aporta el crédito, la desdicha que trae consigo la incapacidad de consumo, la sobreexcitación de la vida urbana, la depresión de la soledad metropolitana.
No pretendo insultar a nadie, pero los emos son un reflejo de esa actitud de pasmo social. Un pasmo que no puede ser definido sino como imbecilidad producida por el temor a las ideas y la atrofia mental que causa la imagen. Ahora que lo pienso, entre los emos y las élites de los partidos hay poca diferencia: sólo se ven el ombligo, le tienen miedo a pensar el mundo y se activan políticamente cuando no son ellos mismos los que se agreden.
2 comentarios:
Hay alguien a quien le guste esta basura "radical". No creo. Se ve en su flujo de comentarios.
lástima de blogsito, con un nombrecito e informacionsita de periodistitas. Guac.!!!
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