martes, 2 de octubre de 2007

La mera verdad es que no saben nada

Primero fue la imaginación, luego el pensamiento, después éste se convirtió en estructuras socialmente consensuadas que buscaban alentar una convivencia más o menos armoniosa. Así llegamos a las políticas públicas.

Pero entonces, cierto gobierno, el del panista Emilio González Márquez, en un occidental estado, Jalisco, de un país mentado México, comenzó a deconstruir lo que tomó siglos edificar: lo que todavía hace unos meses era conocido como políticas públicas regresó al estado previo a la imaginación, para convertirse en mero acto reflejo. Los estudiosos comienzan a llamarlo: ocurrencias.

Que si el bosque aledaño a Guadalajara necesita recursos: ¡ya sé, cobremos una cuota extra en el recibo del agua!; que si una televisora (su nombre comienza con T y termina en elevisa) va a hacer una reunioncita con estudiantes: ¡ya sé, hay que donarle 67 millones de pesos!; que si no hay dinero para obra pública: ¡ya sé, eliminemos la noción “peatones” y que los autos reinen por los siglos de los siglos en viaductos edificados con el consabido ¡ya sé…!; que si el Cardenal Sandoval Iñiguez anda muino y cabizbajo: ¡ya sé, que el estado laico reconozca su inexistente labor cultural!

Tanta filosofía política, tanto medio de comunicación opinando, tanta planeación estratégica en el mercado… y miren a lo que llegamos: a una reducción silvestre e ignorante de la vida republicana, a la iluminación de tertulia cafetera llevada al nivel de acto de gobierno: ¡ya sé…!

Augusto Chacón

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