jueves, 26 de julio de 2007

El límite de los límites

El conflicto entre Jalisco y Colima, por límites territoriales, está en uno de sus momentos más álgidos. Interés económico e ideología en lo que podría ser una novela épica, con pésimo argumento.
En México, las fronteras entre estados “libres y soberanos” (es una afirmación peregrina de la Constitución de la República) son apenas un pretexto para que los niños estudien geografía, o referencia fiscal (para pagar impuestos o para saber en cuál ayuntamiento hay que tramitar los permisos) o, cuando más, son un asidero para cada una de las mil identidades locales. Así que, cuando dos entidades de la federación (otra afirmación peregrina) disputan por unos miles de hectáreas, debemos evitar cualquier amago de regionalismo militarizante, más bien es necesario pensar en ese genuino dador de identidad, en el único generador de rebeldías con causa en la era neoliberal: el dinero.
¿Por qué estamos en un pico del diferendo limítrofe con Colima, o con Jalisco, según se vea? Pensemos en algunos posibles precipitadotes de la bronca: el neo gobierno de Jalisco no termina de arrancar, comenzó en marzo, sí, pero como si lo hubiera hecho en tercera velocidad, poco a poco pierde el mínimo vuelo que tenía, bien nos irá si alrededor de octubre mete primera; a primera vista pareciera que el origen del secretario de Gobernación es una ventaja para los jaliscienses, en verdad es al revés: uno, porque cuando fue gobernador prefirió no hacer olas y dejó que la crisis de mojoneras se mantuviera, no severa (tampoco es un personaje que se doble fácil), pero activa, y dos, porque mal se vería para sus aspiraciones presidenciales, y peor quedaría con el Presidente, si mostrara preferencia por uno de los estados disputantes. Así, los más osados, acostumbrados a hacer lo que sea con tal de mantener su poder y su fortuna, los Leaño, se estarían aprovechando del dolce far niente de los gobernantes de Jalisco, y del dilema que enfrenta el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, que ni siquiera tiene a quien delegar: jaliscienses son sus colaboradores más cercanos.
Claro, atender a un problema como este desde las relaciones de interés que se aprovechan de una coyuntura, da mucha pereza (es el eje de la Historia patria) y da más si el caso admite una lectura mística: la política nacional tiene su código Da Vinci tropical: los Leaño representan a un organización secreta –es un decir- (los tecos) que sería opuesta al también arcano grupo al que sirven algunos del equipo del gobernador de Jalisco, él incluido: el yunque. Los tecos son priístas de abolengo; los del yunque son panistas de segunda opción.
Así, mientras la ultraderecha se disputa tajadas concretas del territorio nacional, la izquierda institucional debate sesudamente sobre semántica: quien gobierna al país ¿es Presidente, o Presidente espurio?

Augusto Chacón

2 comentarios:

Ivabelle Arroyo dijo...

¡Eso! Mientras grupos de poder van mordiendo el presente y erosionando el futuro, la izquierda organiza sesudos congresos sobre un abstracto futuro en América latina.

Falcón dijo...

En la cuestión de los límites fronterizos con Colima no debe olvidarse la historia:ese pequeño estado(5mil m2 contra los 80mil m2 de Jalisco)surgió de un desprendimiento deliberado-igual que Nayarit-de nuestro estado que en el siglo XIX se pretendió así,debilitar políticamente-¡tantas costas,tantos puertos!- desde la ciudad de México.